Pero nunca entenderán a mi guitarra

Puede ser que a nadie le importe su compañía, tanto como me importa a mí. Compañera de los solitarios, amante mía, aquella que se derrite entre las caricias de mis dedos, y se deja seducir... Ha llorado conmigo y ha hecho llorar a mis amigos... Ha reído conmigo y ha hecho reir a los demás. Uno se siente muy mal si ella se golpea... y te pones intranquilo cuando otro la quiere tocar.

Ni mis padres, ni mis hermanos, ni pariente alguno... Nadie... entiende ni entenderá jamás una relación tan sincera como la nuestra.

Desde el 15 de enero de 1988, justo en aquel último día de colegio, para el día de mi graduación de bachiller, recibí el regalo que marcó mi vida.  Si bien éste no me definió profesionalmente, por lo menos me hizo disfrutar la vida de una manera increíble.

Mis padres, me compraron mi primera guitarra... pero no porque ellos lo apoyasen, sino de tanto y de tanto insistir... y sin saberlo, mi guitarra me tomó misteriosamente de la mano y me llevó directamente al sendero que conducía a la loca aventura de formar una banda.  Porque... de qué servía tener una guitarra, si no había quien la tocase ni quien la escuchara?

Aquella vieja guitarra Palmer, stratocaster de color rojo, de 1988... hoy  no existe.  Mis amigos de banda, saben que en esos años era tan, pero tan difícil conseguir una guitarra eléctrica, los efectos, amplificaciones, y admitamos que, yo realmente, no tenía los suficientes recursos económicos, ni me apoyaban con eso.  Poco a poco los conseguí...  Y la guitarra me convenció de hacerlo.

Pero qué feliz y qué dichoso me siento de que haya sido así. Hasta hoy, he llegado a tener más de 10 guitarras eléctricas, y otros muchos instrumentos más. Una guitarra, más consentida que otra, pero para mí todas forman parte de mi vida misma. 

Mi guitarra me hizo conocer a muchas personas, me hizo conocer el fabuloso sonido del aplauso y la verdadera amistad.

Muchos, entienden que lo que he escrito fue simplemente un deseo, y como no ostento ni fama ni virtuosismo...  me dejarán creer y morir en mi locura...  pero ellos, nunca entenderán a mi guitarra.

El maestro español Juan Pardo, hace muchos años compuso una  canción dedicada a uno de los instrumentos musicales más maravillosos del mundo.

Este artículo está dedicado a todas aquellas personas que como yo, tienen en su habitación a esta mujer vestida de madera, compañera fiel que siempre les espera, para seducirte y entregarse total y sincera:  la guitarra.

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