¿Y qué es eso de "igualado"?...
El término "igualado" se usa para comparar dos objetos que están a un mismo nivel o tienen un mismo valor.
Quien le dice "igualado" a otro, ignora que lo está poniendo a su mismo nivel. Lo está igualando!.. La igualdad es como una ecuación: Ambos valen lo mismo.
Cada ser humano proclama su individualidad y por lo tanto es único e irrepetible. Además, la originalidad, es muy necesaria cuando se trata de hacer valer la creatividad, el talento y el ingenio.
Todos venimos a este mundo de la misma forma, solo con lo que naturalmente somos.
Y de la misma forma en que llegamos a este mundo, pues, de la misma forma nos largaremos todos sin excepción.
Tenemos necesidades, miedos, creemos en algo, nos asusta algo, sentimos emociones, comemos, respiramos, tenemos sangre del mismo color, y cagamos. Eso dice una sola cosa: Somos iguales.
Si. Hay diferencias. Pero eso es propio de la edad, las capacidades físicas, las aptitudes intelectuales, las circunstancias en las que cada uno se pudo beneficiar, la distribución de las riquezas, etc. Y esas diferencias son para que aprendamos a compartir, a ser benévolos y a enseñar. Esas diferencias nos incitan a enriquecernos culturalmente. Por lo tanto, todos somos iguales.
Dios no da todas las virtudes por igual a cada uno sino que las distribuye de manera perfecta: esto a uno, aquello a otro, a uno la caridad, a otro la justicia, a éste la humildad, a aquél una fe viva...
Los bienes temporales, las cosas necesarias para la vida humana, las ha distribuido con la mayor desigualdad, y no ha querido que cada uno posea todo lo que le es necesario para que los hombres tengan así ocasión, por necesidad, de practicar la caridad unos con otros. Nos necesitamos unos de otros!
Mira a las personas alrededor tuyo y reflexiona sobre la esencia misma de nuestra humanidad compartida. A menudo, las diferencias superficiales —estatus, color de piel, creencias— nublan nuestra percepción, llevándonos a trazar líneas divisorias donde solo debería haber puentes.
Todos somos iguales porque tenemos los mismos derechos.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos proclama que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos". Esta dignidad no se otorga ni se arrebata; es intrínseca a nuestra existencia.
El derecho a la vida es para todos los seres vivientes, por lo tanto, todos nos merecemos una vida digna. Por eso, estamos en contra de la discriminación, el abuso y la prepotencia.
La igualdad florece en un terreno abonado por la empatía. Al reconocer la humanidad en el otro, trascendemos prejuicios y construimos sociedades más inclusivas.
A pesar de los avances, la discriminación persiste en múltiples formas: racismo, sexismo, xenofobia, entre otras. Las estructuras de poder arraigadas perpetúan las desigualdades, limitando el acceso a oportunidades para grupos marginados. La indiferencia y la apatía alimentan la injusticia, permitiendo que la discriminación prospere en silencio.
La igualdad no es un ideal utópico, sino un imperativo ético. Requiere un compromiso activo de cada individuo y de la sociedad en su conjunto.
La educación desempeña un papel crucial en la deconstrucción de estereotipos y la promoción de la tolerancia. Las leyes y políticas deben garantizar la igualdad de oportunidades y proteger a los grupos vulnerables.
En última instancia, la igualdad es un espejo que refleja nuestra propia humanidad. Al reconocer la valía del otro, nos reconocemos a nosotros mismos. Solo entonces podremos construir un mundo donde la justicia y la dignidad sean patrimonio de todos.
Y entonces?... No te minimices ante nadie pero tampoco te sobres... ¿Qué tal si mejor te igualas?...