Y fue así como la ví y algo extraño sentí...

Cuando todavía pasaba en las aulas de los primeros años de universidad, ya andaba jodiendo con la banda, y cada que tenía una ocurrencia para escribir una canción, solía apuntarlas en la última hoja del cuaderno de turno.  
Encontré unas hojas donde escribí frases de aquella chica a la que le explicaba los problemas de matemática, pero ella no me pudo explicar un problema que se me presentó.

En esos tiempos, al parecer, con las materias, no tenía dificultades, porque enhorabuena, en el colegio donde estudié me enseñaron muchas cosas de más.  No tenía apariencia de "nerd", porque vestía de forma muy extraña, con ropa que no estaba a la moda, y pantalones deshilachados, camisas por fuera y en los pantalones doblados en sus vastas, de una forma extraña.  Usaba zapatos, pero no medias. Y el pelo largo.  Era un rocker solapado.  Ni yo entiendo por qué era así.

Llegué a recibir clases con mis compañeros en un curso que estuvo medio vacío, pero preferí sentarme atrás, en solitario.  En clase, conforme pasaba la explicación, pasaban los minutos y uno tras otro, entraban quienes llegaban atrasados, por lo que el aula se iba llenando.  Entre tantas explicaciones, y enfrascado en los problemas que se planteaban, sucedió algo que me hizo escribir frases en mi cuaderno durante algún tiempo, hasta llegar a hacer la canción que refiero en este artículo.  Me concentré en la ecuación de la pizarra, de la cual pedían la solución.  Hecho el cerebral, levanté la mano diciéndole al profe que usando el valor de pi se podía resolver, y que era necesario elevar al cubo la raíz cúbica de ambos términos para que la ecuación se despeje.

El profe me dió la razón y él continuó explicando el ejercicio.  Me sentí muy confiado, pero al sentarme, noté que junto a mí se había sentado una chica, con uniforme de oficina, que me quedó mirando extrañada.  Se notaba que no sabía cómo se había resuelto el problema de la pizarra.  Cuando la vi, sentí algo extraño. Ella se acercó y me pidió que le explicara como lo había resuelto.
Le expliqué una parte, pero por seguir la clase, le propuse que lo dejemos para luego.  En el cambio de hora,  me cruzó un pensamiento medio raro en mi cabeza,  y en mi cuaderno escribí:
"Y ella, allí... sin saber qué mismo debía hacer con dudas me miró.
Aquella confusión fue la gran ocasión para una pequeña explicación."
Ella volvió, y me pidió que le explicara.  Y claro, lo hice, medio nervioso, y cada que ella me hacía alguna pregunta, tenía que mirarle los ojos, y sentía magia.  No lo sé..   Era increíble ver las muequitas que hacía cuando algo no entendía, y cuando se sonreía, era lo máximo.  Me dio las gracias, y como yo nunca me presenté, ella se adelantó y me dijo su nombre.  Esa noche, regresé a casa, y revisé lo que escribí en el cuaderno.  Más tarde, agregué lo siguiente:
"Y fue así como la vi y algo extraño sentí.
Y sin saber, nada de mí, se sonrió y dijo:  Me llamo Liz."
Los días de clase pasaban, y yo era feliz en cada pregunta que Liz me hacía.  Ella aprendía matemática y yo aprendía lo que veía en su mirada.  Pero a pesar de explicarle muchas cosas, nunca pude explicarle lo que llegué a sentir por ella.  Se me derrumbó la fantasía cuando ví que andaba en noviazgo con otro amigo del curso.  
Ya no hubieron más explicaciones, y la verdad ya las cosas no eran iguales.  Ni siquiera las materias me interesaban tanto.  En otra parte de mi cuaderno escribí: 
"Ella hizo que todo se complicara. Nada de lo que enseñaban entendí.
En todas las clases me despistaba porque en mi pensamiento... estaba Liz"
Ese día, aprendí una lección.  Me dí cuenta de que el amor es como la actuación en clase. Tienes que levantar la mano. Si no sales a la pizarra, otro saldrá por ti.
Años más tarde, me despedí del instituto, de ese grupo de personas y bueno, pues no supe más de ella.  
Con el pasar del tiempo, encontré esas hojas escritas en la vieja carpeta de canciones hechas.  
En el 2014, me animé a hacer la grabación de la canción.  Es melopeica, algo psicodélica y con sonidos extraños, que cuentan esta misma historia, y por ser aquella chica, la causante de estas letras, decidí ponerle por título "Canción para Liz".  

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