Las extrañas criaturas que habían en mi cuarto

Debo reconocer que cuando fui niño tenía un terrible miedo a la oscuridad y a la soledad. Lo peor de todo es que tenía una gran imaginación y sentía que por todas partes era foco visual de criaturas muy extrañas que me observaban para ver qué hacía...

Hubieron días en los que me portaba malcriado y mi abue me relataba los trabajos del cuco..  No sabía la forma del cuco, pero lo reconocería inmediatamente si en la noche escuchaba su macabra y espeluznante voz, o peor si llegaba a verlo en la oscuridad.

Crecí con esos miedos. La cosa fue empeorándose porque por más que trataba de desvelarme para enfrentarme de una buena vez a esos monstruos, siempre me quedaba dormido y suponía que ellos, entonces aprovechaban para salir a observarme dormir, con una mano en la barbilla y la otra rascándose la cabeza...

Le conté mis problemas a mi abuelita y ella me respondía con refranes o historias que me dejaban peor.  Mis padres creían que con una reprimenda fuerte se me iban a quitar esas ideas, pero lo único que lograron es hacerme notar de que con ellos no podía contar. Como dije: crecí con esos miedos.

Hace pocos días investigué sobre los miedos de los niños y hallé ésto:

Los miedos forman parte del aprendizaje de un niño, son algo transitorio que le ayuda a madurar. Aparecen y desaparecen. No es nada malo sino como algo normal que se superará con el tiempo.

El miedo a los monstruos es una señal de que algo en la vida del niño no va bien del todo. Puede que esté viviendo una situación traumática, como la muerte de un familiar, el divorcio de los padres, o es posible que haya visto una película que le haya impresionado o que haya reñido con alguien. El caso es que una fuerte emoción ha abierto la puerta a imágenes mentales de monstruos, que aparecen por la noche... porque ésta le hace sentirse más vulnerable: Está solo e indefenso.

Los monstruos no son reales, pero el miedo sí, por eso hay que escuchar al niño cuando está asustado.
Un hijo necesita tu protección para sentirse seguro. Aún no ha desarrollado la individualidad y no es capaz de soportar la soledad. El momento de ir a dormir es propicio para que despierten sus miedos, ya que implica quedarse solo y con la luz apagada (o casi).

Demuéstrale a tu hijo que no hay monstruos en su cuarto: mira debajo de su cama, detrás de la puerta... Todo esto hazlo con paciencia y buen humor. Se trata de relajar al pequeño, no de ponerle más nervioso. Explícale que los monstruos no existen y que solo están en su imaginación. Pídele que te cuente qué le da miedo (al verbalizarlo sentirá menos temor) e intenta relativizarlo, pero nunca te burles de lo que te diga. Es importante que tu hijo se sienta respaldado por su entorno más cercano. Si te llama, es porque tiene miedo. Debes acudir a su lado y, antes de irte, dejarle un muñeco para que se sienta protegido al abrazarlo. Tener una foto tuya en la mesilla también le reconfortará.

En mi caso, las cosas terminaron mal.  Llegué a ser de ésos que duermen con la luz encendida.  Un día, me saltó nuevamente el temor cuando se me ocurrió imaginarme y preguntarme: 
"¿No será que los marcianos nos observan desde su planeta por los focos eléctricos!??..." 
Toda esa psicosis me llevó a escribir una canción llamada "Criaturas extrañas", una de las primeras que hice la misma que les invito a escuchar haciendo click en este enlace.


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